Cuando las ovejas pastan me gusta mirarlas
pero no me acerco porque soy de otra granja
y me quedo quieto apoyado en la valla
contento si balan y triste si callan
A veces me olvido de cuidar mis vacas
al ver el rebaño que obediente pasa
Quisiera unirme e ir el primero
Guiando sus pasos por el sendero
Quisiera atender y esquilar las ovejas
Llevarlas al monte subiendo la cuesta
Avisarles del lobo cuando viene el peligro
Saberme sus nombres y sus campanillos.
Quisiera saltar a darles las gracias
Por ceder su lana para hacer mi manta
Y cuando en el postre tomo su queso
Quisiera colarme a darles un beso.
Son mis amigas que con sus cencerros
Alegran mis días.
Y cuando mi cielo está nublado
Imagino que ellas están a mi lado
Y si me acuesto y no cojo el sueño
Me pongo a contarlas
Y entonces, me duermo
Artículo escrito por: María O’Donnell Armada